Estudiante de la Facultad de Educación realizó intercambio en la Western Washington University

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08 / 07 / 2015

Kevin Díaz, quien cursa tercer año de Pedagogía en Educación Básica y Segundo de Pedagogía e Inglés, estuvo durante un trimestre en la institución norteamericana.

Kevín Díaz durante su intercambio.
Kevín Díaz durante su intercambio.

Kevin Díaz, alumno de tercer año de Pedagogía en Educación General Básica y de segundo año en Pedagogía en Inglés, estuvo durante un trimestre en un intercambio académico en la en la Western Washington University, en clases que se extendieron desde el 31 de marzo hasta mediados de junio. Kevin nos contó cómo fue su experiencia en Estados Unidos. Los contenidos vistos, la experiencia de práctica y voluntariado y el crecimiento tanto personal como académico a la hora de hacer un balance de su intercambio.

– ¿Cuáles crees que eran las principales diferencias entre la enseñanza de la Pedagogía acá en la UDP y lo que pudiste vivir en Washington?
En general eran muy parecidas a algunas de las clases que he tenido aquí en la UDP. El profesor enviaba un texto antes de cada clase que debía ser leído para luego ser discutido en conjunto con otros tópicos que el profesor traía a la clase y que se relacionaban con el mismo. En ese sentido eran parecidas, pero creo que la mayor diferencia estaba en el uso de las estrategias GLAD (Guided Language Acquisition Design) con las que se busca lograr básicamente la interacción entre los propios estudiantes y los estudiantes con los profesores para desarrollar metacognición a niveles altos en lenguaje y literatura. Estas estrategias se usan en la escuela con los niños, pero los profesores en la universidad solían usarlas también con nosotros, lo que lograba que estuviésemos familiarizados con ellas al momento de planear las clases que tuvimos que hacer al final del periodo.

-A nivel de contenidos, ¿cuáles son los que tú más destacarías? ¿Alguno que no hayas visto acá?
Los contenidos que se trataban eran los mismos, al igual que las teorías que he aprendido aquí, así que en ese sentido no tuve mayores problemas. Lo que sí sucedió fue que tuve que estudiar contenidos extras, pero todos relacionados con el sistema educacional de Estados Unidos. Eso fue porque durante las primeras clases surgieron términos que eran totalmente desconocidos para mí, así que pedí ayuda a la profesora y ella aprovechó de facilitarnos a todos el acceso a información relacionada con los estándares del Estado, información de las escuelas y, en mi caso, un libro con toda la historia del sistema educacional del país para que pudiera entender al menos lo básico de cómo se estructuraba y cómo se había llegado a él después de mucho trabajo.

-¿Pudiste aprender y poner en práctica estrategias, metodologías prácticas durante tu paso por allá?
Sí, claro que pude. Las estrategias de las que te hablé antes las aprendí esencialmente durante la práctica, ya que la profesora del colegio, la señora Debra Willer my CT, las usaba siempre. Además de material que nos proporcionaba la profesora del ramo, cuyo nombre es Joanne Carney. Pude aplicarlas porque allá tuve que hacer 4 clases casi al final del periodo, las cuales grabé y una de ellas fue observada por la profesora Carney. En cuanto a las estrategias y metodologías en sí que usé fueron todas las que aprendí allá tanto de los libros como de lo que observé de mi CT.

-¿Qué nos puedes contar sobre la práctica que realizaste allá?
El voluntariado y la práctica fueron cosas distintas. Mi práctica era lo que realmente iba a hacer allá, pero el voluntariado, aunque era obligatorio, formaba parte de otro curso que se llamaba Bridging barriers with migrant youth. La práctica la hice en la Washington Elementary School en la localidad de Mount Vernon, que quedaba a más o menos media hora de Bellingham, que era donde estaba el campus de la universidad. A Washington Elementary iba a práctica dos veces por semana: martes y jueves, pero esos mismos días también tenía clases, por lo que la profesora Carney hacía estas en el Centro Cívico de Mount Vernon, que quedaba como a cinco minutos de Washington Elementary.

Aquí hice clases a niños de segundo grado (aunque también pude observar una clase de ciencias de quinto grado) y de hecho la pasé muy bien ya que ellos se interesaban mucho en hablar conmigo, sobre todo porque podía hablar español con fluidez, ya que si bien hay profesores que pueden pronunciar algunas cosas, que un profesor o un practicante lo pudiese hacer sin problemas era algo que les fascinaba, sobre todo porque varios de ellos hablaban español e inglés.

En cuanto al trabajo con ellos, no tenía una rutina muy bien establecida; lo único que hacía sí o sí era revisar sus tareas antes de que la clase empezara. Durante el resto de la jornada trabajaba con ellos en lo que estuviesen haciendo: los ayudaba con matemáticas usando algunos materiales didácticos, leíamos juntos, participaba con ellos en las actividades de la profesora, me sentaba con ellos en la alfombra a leer o a discutir el tema de la clase, entre otras cosas. En general yo me sentía como parte de la clase, ya que en muchas ocasiones me vi repitiendo palabras de vocabulario junto con ellos para mejorar la pronunciación.

-¿Y en el voluntariado?
En el caso del voluntariado, este en realidad lo podías elegir dependiendo de tus habilidades. Todos se llevaban a cabo en escuelas públicas con altos índices de hijos de inmigrantes mexicanos. Yo escogí uno que se llamaba “Club de Lectura” en la Alderwood Elementary donde ayudabas a los niños a aprender a leer y escribir en español. A este club tenía que ir todos los miércoles de tres a cuatro y media. Éramos cinco voluntarios en este club y trabajamos con uno o dos niños cada uno.

Aquí no pude establecer una conexión muy profunda con los niños con los que trabajé, ya que sólo nos veíamos una vez a la semana y durante un rato, pero fue un verdadero desafío porque el niño con quien trabajé sólo entendía español, pero no lo hablaba. Al principio se negaba a intentarlo, ya que los papás generalmente les dicen que en la escuela sólo pueden hablar inglés, de ahí que la mayoría tenga miedo o vergüenza de que lo escuchen hablando español, ya que hay profesores que lo prohíben totalmente.

-Y lo último, ¿qué es lo que más destacarías de la experiencia? Tanto a nivel personal, como una experiencia de vida, como a nivel académico considerando que serás un futuro docente.
Es un poco complicado describir en ciertos aspectos la experiencia en sí, ya que lo que sucede con uno cuando vive este tipo de situaciones en la vida es a un nivel emocional y psicológico. Sin embargo puedo decir que crecí no sólo en el sentido académico, como lo evidencia lo que te dije antes sobre la práctica y el voluntariado, sino que también en lo personal. Aprendí mucho y de muchas personas, no sólo de las que conocí en mis clases o en el comedor o en el colegio, sino que también de las que me encontré en la calle y por sobre todo de las que venían de otros países. Sientes que tu mente de alguna forma se amplía, porque aunque eras consciente de que hay un mundo muy grande afuera no eres capaz de apropiarte de esa idea hasta que te encuentras en una cultura distinta. Los estereotipos son derribados, las ideas preconcebidas son totalmente destruidas y te encuentras con que habías estado viviendo en una burbuja del tamaño de un país, pero una burbuja al fin y al cabo.

Creo que para alguien que planea convertirse en un profesor, una experiencia de este tipo es sumamente enriquecedora porque logra que reflexiones sobre ti mismo, sobre tus futuros estudiantes, tus objetivos y sobre el real rol de la carrera en la sociedad. Además te encuentras con personas que entraron a la carrera por ideas muy similares a las tuyas y te das cuenta que no somos tan distintos, incluso cuando somos de países y culturas distintas. Creo que enumerar todo lo que aprendí, lo que viví y lo que hizo que mi mente rompiera muchas limitaciones sería demasiado largo, pero esto es básicamente lo que me hizo y aun hace sentir la experiencia de haber vivido y estudiado allá los últimos meses.

En cuanto a la lengua, mi inglés mejoró bastante y aunque no puedo decir que es excelente, sí puedo decir que es mucho más espontáneo y fluido que antes. Pero hubo días, sobre todo durante el principio, en que sentía mi mente muy cansada de hablar, pensar y escuchar inglés toda la jornada y lo único que quería era que alguien me hablara en español. Recuerdo que al término de mi primer día de práctica mi CT me preguntó cómo me sentía y yo le dije: con la mente exhausta, queriendo llegar a mi dormitorio, acostarme y no levantarme hasta mañana.