Estudio realizado por el CPCE arroja que entre el 15% y el 19% de los jóvenes en Chile no ha terminado cuarto medio

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19 / 07 / 2016

El Centro de Políticas Comparadas de Educación UDP analizó la influencia de las Escuelas de Segunda Oportunidad y recomendó ideas para mejorar su funcionamiento.

escuelasSegún un estudio de la Unicef, realizado por el Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, entre un 15% y 19% de los jóvenes del país no han terminado cuarto medio.

Así, el informe final del “Estudio niños/as, adolescentes y jóvenes fuera de la escuela, caracterización y análisis de la demanda para una modalidad de Escuelas de Segunda Oportunidad (ESO)” analizó el trabajo de estas instituciones y su influencia para la re-inserción a la escuela.

Dentro de las conclusiones y recomendaciones, el estudio sostiene que hay diferentes características que marcan el trabajo de las ESO. Una, por ejemplo, es la multitud de elementos irruptores de tipo sociales, académicos y culturales que se encuentran relacionados con la trayectoria de ingreso a este tipo de escuelas.

En consideración a este dato, se recomendó que las ESO desarrollen un diagnóstico sobre trayectorias y experiencias de los jóvenes “potenciales” a ingresar. “Esto permitiría que obtuvieran información sumamente útil para el desarrollo de actividades y procesos de acompañamiento a los estudiantes, aspecto fundamental en este tipo de escuelas.  Así, la identificación de intereses personales y particularidades de ellos, permitirán enfocar de mejor forma las estrategias de ‘encantamiento’ que se emplacen con los estudiantes de las ESO”, sostienen.

Otra recomendación respecto a este punto, es que las ESO realicen redes de apoyo al aprendizaje y sostenibilidad, debido a la baja participación de los apoderados para fomentar la re-inserción de los estudiantes al mundo escolar.

La edad, la responsabilidad de cada uno y el territorio en el que se vive son puntos que afectan de forma directa el desarrollo de las ESO. La edad, por ejemplo, va directamente relacionada con la experiencia de vida de los estudiantes. Con más años, hay más experiencia y responsabilidades, por lo que es fundamental entender este aspecto como un elemento diferenciador, según el informe.

La responsabilidad del estudiante, por su parte, genera una independencia del trabajo del apoderado y permite crear una sinergia en el proceso de revalorización del sistema escolar dentro de la modalidad educativa.

En tanto, el estudio del contexto territorial y el perfil del estudiante arrojó que el primero determina, de alguna forma, al segundo. “Un ejemplo claro de esto es la ESO de Chiloé, donde a diferencia de otras escuelas no existe presencia de drogas, pero sí existe una fuerte presencia de problemas asociados a la inserción laboral de niños y jóvenes. Este ejemplo nos llama a pensar respecto de la relación entre el contexto territorial y el perfil de los estudiantes”, explica el informe.

Finalmente, el estudio asegura que es importante analizar los objetivos planteados por las Escuelas de Segunda Oportunidad y la ubicación física de estas. Sobre los objetivos, el informe revela que “en términos de la realidad chilena, existen importantes diferencias entre las distintas experiencias, pues algunas tienen un enfoque de corte más asistencialista, donde el objetivo central es que los estudiantes logren terminar su enseñanza, mientras que en otros casos, se logra un trabajo que es de corte más habilitante, donde más que entregar contenidos cognitivos, se da importancia al proceso de reflexión, ‘encantamiento’ y empoderamiento del estudiante”.

Por su parte, según el análisis cualitativo, cada escuela tiene contextos físicos diferentes, por lo que se recomendaron dos opciones: “Por una parte, desarrollar Escuelas de Segunda Oportunidad que tengan como ‘eje’ el territorio de los estudiantes, y que logren generar vínculos asociados a aquella cercanía, intentando acoger la diversidad de realidades que se presenten. (…) Una segunda opción es desarrollar Escuelas de Segunda Oportunidad que se adapten a los distintos perfiles de estudiantes que existan (por ejemplo, utilizando como marco las tipologías construidas), con estrategias de aprendizaje que dependan de éstos”.

La investigación fue realizada por el CPCE de la Facultad de Educación a petición de la Unicef y estudió a un universo de cerca de 600 mil jóvenes a lo largo del país.

Revisa la nota publicada por La Tercera aquí.